martes, 30 de enero de 2018

Oratoria para ser un triunfador.

Oratoria para ser un triunfador.

Pensamos que hoy en día con las entrevistas de trabajo, con las presentaciones profesionales o con los exámenes de idioma entre otros, el hablar en público, es decir la oratoria, es algo moderno y de radiante actualidad. Nada más lejos de la realidad, la oratoria ha existido desde que el hombre es capaz de hablar. Siempre hemos tenido esa necesidad de comunicarnos, siempre hemos tenido la capacidad de explicar, de transmitir y de convencer.

La Oratoria constituye toda una disciplina necesaria para quien vive en sociedad y necesita habitualmente de la palabra. Pero fueron los griegos los que acuñaron el concepto, cuando se dieron cuenta de que alguien que se expresa con claridad, facilidad y sin temor ante un público tiene la capacidad de hacer que los que escuchan asientan con la cabeza, convencidos de sus palabras. Es el arte de motivar, influir, persuadir o simplemente entretener a un auditorio.

En Protocolo,  la oratoria es fundamental por la necesidad de llegar a los jefes, de tener que dirigirse a los participantes de un evento, de negociar con proveedores o con otros profesionales, pero lo es igualmente importante para todas las profesiones, puesto que el poder de la palabra es fundamental, una persona que se expresa bien, comunica mejor y tiene por tanto más puertas abiertas.

La capacidad de hablar o escribir bien no es algo con lo que se nace, no es un don innato. El arte de convencer y entusiasmar a los demás es algo que se puede aprender. Es cierto que hay buenos oradores que parecen poseer talento natural y precisamente esos mismos lo consiguen gracias a largos años de práctica. Es obvio que lo que hace a un buen orador es su personalidad y el carisma que posea, quien tenga esa predisposición de manera natural cuenta con esa ventaja,  y empezar pues a practicar a un nivel más elevado, pero de la misma manera tendrá que ir probando, corrigiéndose y mejorando. Quien no parta de esa base, que no desespere la oratoria es algo que puede hacer cualquiera, solo tiene que practicar.

En esto de la Oratoria, a todos nos parece que sólo los demás pueden lograrlo. Pero no es cierto. Todos podemos hacerlo, sólo hay que aprender y practicar. Todos somos capaces de estar hablando ante un grupo de amigos horas y horas de un mismo tema, incluso debatiendo un asunto, en cambio incapaces de decir tres palabras seguidas en un auditorio de un tema en el que somos expertos, de hacer una lectura en misa delante de gente conocida, o exponer un tema en clase delante de nuestros propios compañeros. Y todo eso por miedo, por nervios, por inseguridad, por ridículo. Y la pregunta es ¿miedo a qué, acaso la situación es para tener miedo?, ¿nervios si todas las caras son conocidas? ¿inseguridad si dominamos el tema como nadie? ¿quién se va a reír o pensar que estamos haciendo el ridículo?

La respuesta está en el en ensayo, practicar mucho y ante más personas; en la predisposición; en saber que podemos lograrlo y conseguirlo. Hay que lograr desdoblar la personalidad, así vencer la timidez y el sentido del ridículo, sencillamente olvidándose de uno mismo. Con el tiempo esa desdoblez desaparece y se llega a ser un gran orador. La oratoria consisten en el arte de hablar con elocuencia y a la hora de hablar en público es fundamental trabajar este área para lograr impacto en los ámbitos profesionales y académicos. Las presentaciones orales así como los discursos son de vital importancia e influyentes en el trabajo, docencia, vida social y política. Podemos decir, que la oratoria es una habilidad racional y emocional que requerirá de un trabajo previo para la preparación y ensayo para poder hablar en público.

Oratoria, para qué?
Un buen orador depende de su capacidad para persuadir a los interlocutores y motivarlos a la vez que transmiten un mensaje directo. En cualquier ámbito, la forma en que nos comuniquemos será la forma en que nos aceptarán o rechazarán por esas razones y mas se requiere ser un buen orador. Existen varios elementos para hablar en público y calar en la gente:

·         Conocimientos que tenga la persona para realizar la presentación: el dominar el contenido a la hora de hablar en público es fundamental para transmitir el mensaje.

·         Utilizar frases hechas en su exposición oral: los interlocutores se sentirán más identificados con el orador.

·         Usar un tono de voz adecuado y utilizar los recursos de lingüística y dicción.

·         Que el mensaje sea creíble y convencer a la audiencia del mismo.

·         Inspirar seguridad: para inspirar seguridad y terminar con la timidez de hablar en público podemos mirar a los ojos de las personas que se encuentran en primera fila, camina de forma ligera, tus gestos deben ser firmes y no dejes de practicar las presentaciones hasta que consigas dominar la materia.


·         Captar la atención de tu público: Antes de empezar a realizar tu exposición o conferencia respira hondo y aguanta la respiración hasta que empieces a hablar en público. Mira al público y muestra una gran sonrisa. Sólo entonces estarás preparado para comenzar a hablar con entusiasmo.

·         Conocer el ambiente y lugar donde vas a realizar la oratoria: llega puntual al escenario Existen tantas claves para conseguir hablar bien como autores las haya escrito, y todas ellas  nos ayudará a conseguirlo.

·         Estar muy seguro de lo que se habla y conocerlo en profundidad. Se puede pensar que los buenos oradores son capaces de hablar bien incluso hasta de temas que desconocen pero no hay peor cosa que alguien te corrija de un tema que se supone dominas. Todo se desmonta, pierdes credibilidad para el resto de la exposición. Si eres una persona inteligente, creativa y con imaginación puede que te ayude esas cualidades a salir del paso pero, no siempre salen bien.

·         Expresarse con claridad. Que el vocabulario sea accesible y la expresión sencilla y natural. No hay que emplear palabras rebuscadas o expresiones técnicas, salvo que lo exija la ocasión. Da la imagen de pedante y eso no llega.

·         Preparar los argumentos, las posibles preguntas que se puedan formular, tener preparados ejemplos que sirvan de apoyo a tus ideas. No podemos dejar todo a la improvisación, es un riesgo innecesario. El discurso tiene que ser coherente. Las relaciones entre las ideas deben ser lógicas y sin contradicciones. También ayuda mucho que sea ameno: por un lado, que transmita sentimiento, que el orador se emocione en cierto modo con lo que dice; por otro, que se incluya algún toque de humor. El humor es un excelente vehículo de persuasión y permite improvisar salidas airosas en momentos de apuros. Si se añaden algunos comentarios con ironía, se consigue dinamizar aún más el discurso. Pero no hay que exagerar, hay que emplearla con mucha moderación y quien carezca de ello que no se esfuerce, los resultados no son positivos.

·          Hay que tener recursos de todo tipo. Hay que hablar no solo con las palabras, también con la mirada y los gestos. Es como si con ellos, la palabra encontrase mejor camino para llegar a quien escucha. Ayuda una mirada dulce, viva, comunicadora. Ayuda unos gestos que acompañen a las palabras y den fuerza, sentido y más profundidad.

·         Conocer al público, al menos algo. Si son jóvenes, profesionales, desempleados...dependiendo a quien nos dirijamos debemos hacerlo de una forma u otra. En ocasiones es imposible, está claro, pero en la mayoría de los casos sí que podemos saberlo.

·          Conocer el espacio. Es conveniente enterarse de dónde se va a celebrar el discurso. Hay que prepararse antes porque del espacio depende la presentación, los ademanes que acompañarán a las palabras, el trato y el lenguaje que emplearemos e incluso postura que mantendremos. No es conveniente dispersarse mucho por el espacio.

·          Saber a dónde quieres llegar y qué medios ha de seguir para lograrlo, sin que en ningún momento la audiencia se pierda. Después de tanta preparación, estamos seguro de nosotros mismos y sabemos que nuestra palabra llegará a la gente. Ya somos capaces de expresarnos bien, manejar vocabulario, mantener la atención en todo momento, sabemos programar y ejecutar los tiempos...somos capaces de hablar en público y dominar la situación.

·         Lo breve si bueno...Ser conciso. No hay que titubear ni andarse por las ramas. Las divagaciones e imprecisiones hacen que el público se pierda y deje de prestar atención. Hay que liberarse de las manías y muletillas que empleamos continuamente, como “bueno, este, pues, ah, eh, uhm, vale, ok…”
·         Cambiar del tono. No hay nada más aburrido que alguien hablando en el mismo tono todo el rato. Hay que hacer variaciones sin caer en las disonancias: nunca gritar, pero tampoco hablar demasiado bajito. Hay que distinguir entre intensidad, que es la fuerza con la que se emite la voz, y timbre, que es el matiz personal de cada uno. Se pueden cultivar y refinar para enriquecer el tono perfecto.



Y para todo ello, recuerda: RESPIRAR Y RELAJARTE

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